Autómatas, estatuas y armaduras en el cine de terror

En el blog de Umbra ya hemos hablado en ocasiones anteriores acerca de muñecos poseídos. Pero no hemos hablado de sus antecedentes: las armaduras en el cine de terror.

Y no sólo armaduras: también los autómatas y las estatuas. Figuras con una apariencia semihumana, dotadas de alguna suerte de movimiento, condenadas por algún embrujo o hechizo a tener una triste y aterradora existencia.

¿Estás listo para conocer más acerca de este elemento del cine de terror? Continúa leyendo este blog de Umbra.

El uso de armaduras en el cine de terror

Al leer el cuento “El Fantasma de Canterville”, escrito por Oscar Wilde, nos damos cuenta de que uno de los recursos para asustar a las personas es el uso de una vieja armadura. Si bien en esa historia no logra su cometido, sí tiene su razón de ser.

Verás, durante esa época donde los castillos eran muestra de poder económico, exclusivos de monarcas e integrantes de la corte, las armaduras y estatuas eran parte obligada de la decoración de los corredores y salas. En especial las armaduras, cabe señalar. Esto se debe a que la iluminación era pobre, dejando muchas cosas a la imaginación y a la luz de las velas.

Entonces, al tener armaduras en los pasillos, los infiltrados tendrían que averiguar cuáles eran reales y cuáles eran parte de la decoración. 

Ahora, en la literatura y el cine de terror, la armadura es poseída por una entidad y deambula por los pasillos, buscando a su siguiente víctima ¿Será el fantasma de un noble caballero? ¿O será un espíritu chocarrero que quiere asustar?

Tendrías que retirar el yelmo o levantar la celada para saberlo. Eso sí, piénsalo dos veces porque puede haber un cráneo… O el vacío lanzando un lastimero grito mientras tú intentas correr.

Estatuas en el cine de terror

Algo parecido ocurre con las estatuas. La escultura es un arte único y magnífico. A lo largo de los años, el ser humano ha usado este recurso para plasmar grandes ideas, pasajes bíblicos o mitológicos y, sobre todo, poner a prueba los límites del talento humano.

Hay estatuas que son tan realistas que cualquiera podría pensar que sólo esperan la noche para descansar de la posición en la que están expuestas. Sí, como si fueran actores que, a la vista del público, deben entrar en papel y quedarse quietos, inertes, ausentes.

Por esta razón, su uso como elemento en el cine de terror es bastante socorrido. Al ser figuras antropomórficas, en algunas ocasiones hiperrealistas, pueden inspirar las peores pesadillas para algunos.

¿Será una estatua que fue maldita por un trágico acontecimiento? Tal vez pueda tratarse de un ser demoníaco que fue aprisionado en el mármol. Historias hay muchas, con desenlaces distintos y capaces de mantenerte lejos de los museos por un tiempo.

Los autómatas

Por último, pero no menos importante, están los autómatas. Estos son un tipo de títere, cercano a los muñecos, pero ellos son capaces de realizar algunas actividades de manera autónoma. Justo de ahí viene su nombre y el terror que inspiran. 

El movimiento de un autómata responderá a una programación determinada. Por ejemplo, si su creador le dio la indicación de cantar y bailar una canción, sólo eso hará. Pero, ¿qué pasa cuando el autómata deja de responder a su programación y comienza a actuar por su cuenta.

O peor: ¿y si el creador, desde un inicio, le dio una programación destructiva? Algo así como “una máquina que adivina el futuro en las ferias ambulantes”, pero el único “futuro” que sabe predecir es el futuro trágico: ¿Cómo y cuándo morirán las personas?

Ya no parece gracioso o algo de lo que no debas preocuparte.

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